Salas Sergio
Sergio Eliacer Salas Moena (chavo del 8)
¿Suave, sutil y sagaz para definir? Sencillamente no se puede sostener. ¿Seudónimo? Ni saeta ni sable, menos el sapo. ¿Un superstar? No, más bien un suplente o substituto.
Soñó con ser sacerdote, zastre o salvavidas...terminó siendo jugador de fútbol. Uno severo en el semicírculo de la cancha. Con servir y sudar era suficiente, el sacrificio era lo suyo. Casi supo saborear semifinales con Temuco (2004). Soñó saltar a la selección y sorprender a Salas y Zamorano, pero no lo logró. Sinsabores, saqueos y suspensiones sesgaron su carrera. Antes de colgar los zapatos tuvo la suerte de entrenar en el SIFUP.
Sandunguero y seductor por esencia -dicen- se casó con Susana, actualmente no se sabe si tiene salario o si vende sandwiches o sandías. Esta es la síntesis de su sufrida historia, que duró un poco más que un santiamen, acumulando más de sesenta partidos en Primera en equipos como Santiago Wanderers, Cobresal y Ñublense, aunque salió del semillero de Huachipato y jugó en Talcahuano e Iberia fue en Antofagasta donde más estuvo, casi seis años.
Sobre el sindicado como la sabandija soberbia y sinverguenza que ocupará el sillón de soberano en la ANFP, prefiere guardar silencio, pero sugiere se separe de sus secuacez y solucione su seseo.
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